Anoche, en el partido de ida de la Supercopa de España entre el Barcelona y el Athletic Club de Bilbao, no sólo saltó la sorpresa con esos cuatro goles (por cierto, bien merecidos) a favor del conjunto vasco. Tampoco por la humanización del conjunto de Luis Enrique, que, de vez en cuando, juega algún partido malo. Anoche yo lo que escuché fue el sonido del león de San Mamés. Ese rugido lleva sin escucharse muchos años, los más jóvenes (me tengo que incluir en este colectivo) nunca lo hemos escuchado pero sí se acerca algo grande.
La última vez que se oyó fue 1984, cuando un entrenador de Barakaldo que apostaba con el fútbol físico y la disciplina defensiva dirigía al conjunto de la ciudad de Bilbao.
Cuando el león de San Mamés ruge es que se avecina algo grande, algo positivo, falta el partido de vuelta, ruge por favor.
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