A lo largo de mi último año en la carrera, tuve que cursar las prácticas externas, una de las asignaturas obligatorias más nutritivas que he tenido a lo largo de mi etapa formativa. Entre las posibles opciones que podía escoger, estaba la de tener contacto por primera vez como docente en enseñanza secundaria. Fue muy sencillo decidirme puesto que siempre he ha llamado la atención de dedicarme a la enseñanza, y por tanto, me dispongo a exponer lo vivido en esta etapa de mi vida.
El primer día me dí cuenta rápidamente de que lo aprendido en la Universidad, sirve muy poco para enseñar en secundaria, las clases no se limitan únicamente a transmitir conceptos o conocimientos sino que tienes bajo tu responsabilidad un grupo de jóvenes a los cuales debes formar como personas.
Eso me chocó bastante porque no me considero la persona más capacitada para dictaminar qué es bueno o qué es malo, para ser un ejemplo a imitar, etc. Pero bueno, con el tiempo comprendí, gracias a la observación, lo que se debía hacer y lo que no, más lo hice lo mejor que pude, así lo considero.
La diferencia de edad fue otro factor a tener en cuenta, me encontraba con gente que tenía sólo cuatro años menos que yo y, por mi juventud, parecía más un alumno que un miembro del cuerpo docente.
Al final gracias a haber sentado la distancia de respeto con el grupo, fui capaz de desempeñar mi rol en condiciones bastante óptimas y a la vez de establecer una buena relación con los alumnos. Quiero decir con esto que el respeto al trabajo deber estar siempre presente pero a la vez no debemos olvidar que es posible disfrutar en una clase de lo expuesto en la misma y de establecer una buena relación con personas que pasan muchas horas al día contigo.
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